1- Activación de la etiqueta
El lector RFID envía una señal de radiofrecuencia, las etiquetas cercanas se activan y comienzan a transmitir datos. Esto ocurre en milisegundos, haciendo el seguimiento rápido y eficiente.
El RFID, o Identificación por Radiofrecuencia, es una tecnología de identificación de activos que utiliza campos electromagnéticos para identificar y rastrear objetos. Consta de tres componentes principales:
A diferencia de las etiquetas de código de barras convencionales, las etiquetas RFID pueden almacenar una mayor cantidad de datos. Esto es fundamental en aplicaciones que requieren información detallada.
Una de las características más útiles de las etiquetas RFID es su capacidad de lectura a distancia. Esto significa que no es necesario un campo de visión directo para acceder a la información, lo que ahorra tiempo y recursos.
Los trabajadores se benefician enormemente de esta tecnología, ya que reduce la necesidad de escanear etiquetas una por una. Esto no solo ahorra tiempo, sino que también optimiza procesos, permitiendo una mayor libertad de movimiento en entornos de trabajo.
El lector RFID envía una señal de radiofrecuencia, las etiquetas cercanas se activan y comienzan a transmitir datos. Esto ocurre en milisegundos, haciendo el seguimiento rápido y eficiente.
El lector recopila la información transmitida por las etiquetas. Esto puede incluir números de serie, códigos de barras u otra información específica.
Los datos recopilados se envían a un sistema central (ERP) para su procesamiento. Aquí, los datos se organizan, almacenan y utilizan según la aplicación, lo que puede incluir la gestión de inventario, seguimiento de activos…
Según la información obtenida, se pueden desencadenar acciones específicas. Por ejemplo, actualización automática de stock, gestión de albaranes…
La tecnología RFID ofrece una solución innovadora a uno de los problemas más comunes en la gestión de la cadena de suministro: la recopilación de datos de productos de manera eficiente. La característica más impresionante de esta tecnología es su capacidad para escanear múltiples productos de forma simultánea, sin necesidad de examinar cada artículo individualmente buscando su etiqueta.
Lo que hace que la tecnología RFID sea verdaderamente útil es la transmisión automática de los datos recopilados a una base de datos global. Esto permite acceder a información detallada sobre productos concretos desde cualquier dispositivo con acceso a esa base de datos. La accesibilidad y la disponibilidad de los datos se optimizan de forma notable, lo que mejora la forma en que gestionamos nuestros almacenes y la cadena de suministro en general.
Otro aspecto fundamental del RFID es su capacidad para rastrear cuándo y dónde se extrajo un artículo en particular. Esto es esencial para garantizar la trazabilidad de los productos a lo largo de toda la cadena de suministro. Imagina poder identificar de manera precisa el origen de un producto y su historial de movimiento a través de la cadena de suministro. Esto no solo es vital desde una perspectiva de seguridad y calidad, sino que también permite una gestión más eficaz de los activos.